Fábulas japonesas
martes, 19 de mayo de 2015
Había una vez en el antiguo
Japón, un viejo samurái, ya retirado, que se dedicaba a enseñar el arte de la
meditación a sus jóvenes alumnos. A pesar de su avanzada edad, corría la
leyenda que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierto día apareció por allí
un guerrero con fama de ser el mejor en su género. Era conocido por su total
falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la provocación.
Este guerrero esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y después
con una inteligencia privilegiada para captar los errores del contrario atacaba
con una velocidad fulminante. Nunca había perdido un combate.
Sabiendo de la fama del viejo
samurái, estaba allí para derrotarlo y así aumentar su fama de invencible. El
viejo aceptó el reto y se vieron en la plaza pública con todos los alumnos y
gentes del lugar. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, tiró
piedras en su dirección, le ofendió con todo tipo de desprecios a él, sus
familiares y antepasados. Durante varias horas hizo todo para provocarlo, pero
el viejo maestro permaneció impasible. Al final de la tarde, exhausto y
humillado, el joven guerrero se retiró.
Los discípulos corrieron
hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado tanta indignidad de
manera cobarde sin sacar su espada, asumiendo el riesgo de ser vencido.
–Si alguien te hace un regalo y tú no lo
aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo? -preguntó el samurái.
–A quién intentó entregarlo -respondió un discípulo.
–Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los
insultos y la envidia -dijo el maestro-, cuando no son aceptados continúan
perteneciendo a quien los cargaba consigo.
Kikimimizukin
Hace mucho, mucho tiempo, vivía un anciano en el fondo de
una montaña.
Este iba todos los días a la montaña para recoger leña.
Un dia, camino a casa, se encontró con un zorrillo, el cual
quería recoger uvas pero no podía porque tenía paralizada una pierna.
El anciano al verlo, le ayudó a recoger las uvas.
El zorrillo le agradeció.
Al día siguiente, el zorrillo que estaba esperando al
anciano en el camino, al verlo lo llamó haciéndole señas con la mano.
Al acercarse, el anciano pudo ver también a la madre del
zorrillo. Esta le regaló una caperuza roja por el favor que le había hecho a su
hijo.
El anciano agradeció el gesto y regresó a casa.
Al día siguiente, en la montaña, se puso la caperuza que le
había regalado la mamá zorrilla y se sorprendió mucho al darse cuenta que podía
escuchar las conversaciones de los animales y plantas que se encontraban a su
alrededor.
Se alegró porque hasta ese momento se había sentido muy
sólo, pero escuchando las conversaciones de animales y plantas se sentía
acompañado.
En eso logró escuchar la conversación de dos pájaros:
"Sabes, la hija de aquél millonario se encuentra muy
enferma y él está muy desesperado".
"¿Por qué? ¿Qué tiene?"
"La culpa la tiene un árbol de su jardín"
El anciano al escuchar éso decidió ir a la casa del
millonario.
"Quiero salvar a su hija", dijo el anciano al
millonario. "¿Puedo quedarme esta noche en su casa?
El millonario contestó: "¡Por supuesto. Por
favor!"
Esa misma noche el anciano salió al jardín con la caperuza
puesta y en eso empezó a escuchar a unos árboles que estaban conversando.
"Me duele la cadera."
"¿Por qué?"
"Porque el millonario ha levantado un nuevo almacén,
justo al lado mío. Por eso lo estoy poniendo en apuros."
Al día siguiente el anciano convenció al millonario para que
cambie de lugar el nuevo almacén.
Este decidió cambiarlo inmediatamente a otro lugar.
Su hija recobró la salud en un segundo y el árbol también
recobró el ánimo.
El millonario se puso muy contento y le regaló mucho dinero
al anciano por el favor que le había hecho en curar a su hija.
El anciano pensó: "Este dinero se lo debo en parte a
los zorrillos. Voy a comprarles comida antes de regresar."
Y el anciano vivió feliz para siempre.
Momotaro*
Una vez, hace mucho tiempo . en un pueblocito de la montaña,
un hombre muy viejo y una mujer muy vieja vivian en una solitaria cabaña de
leñador.
Un dia que habia salido el sol y el cielo estaba azul, el
viejo fue en busca de leña y la anciana fue a lavar al arroyo estrecho y claro,
que corre por las colinas...
¿Y que es lo que vieron?
Flotando sobre el agua y solo por la corriente, un gran
melocoton. La mujer exclamo:
-¡Anciano , abre con tu cuchillo ese melocoton!
¡Que sorpresa! ¿Que es lo que
vieron? Dentro estaba Momotaro, un hermoso niño. Se llevaron a casa a Momotaro,
que crecio muy fuerte. Siempre estaba corriendo, saltando y peleandose para
divertirse y cada vez crecia mas y se hacia mas corpulento que los otros niños
del pueblo.
En el pueblo todos se lamentaban.
-¿Quien nos salvara de los Demonios y de los Genios y de los
terribles Monstruos!
-Yo sere quien los venza, dijo Momotaro-. Yo ire a la isla
de los Genios y los vencere.
-¡Danle una armadura! Dijeron todos. Y dejenlo ir.
Con un estandarte enarbolado va Momotaro a la isla de los
Genios. Va provisto de comida para mantener su fortaleza.
Por el camino se encuentra con un perro que le dice:
¡Guau, Guau, Guau! ¡A donde te
diriges? ¿Me dejas ir contigo? si me das comida, yo te ayudare a vercer los
Demonios.
¡Ki, Ki , Kia, Kia! - Dice el Mono.
¡Momotaro , eh , Momotaro, dame comida y dejame ir contigo! ¡Les daremos su
merecido!
¡Kian, Kian!- Dijo el Faisan. ¡Dame
comido e ire con vosotros a la isla de los Genios y los Demonios para
vencerlos!
Momotaro, con el Perro, el Mono y el Faisan, se hace a la
vela para ir al encuentro de los Genios y derrotarlos. Pero la isla de los
Demonios esta muy lejos y el mar, embravecido.
El Mono desde el mastil grita:
-¡Adelante, a toda marcha!
-¡Guau,Guau,Guau!-se oye desde la popa.
Y en el cielo se oye:
-¡Kian, Kian!
Nuestro capitan no es otro que nuestro valiente Momotaro.
Desde lo alto del cielo el Faisan espia la isla y avisa:
-¡El guardian se ha dormido! ¡Adelante!
-!Mono, salta la muralla! !Vamos, preparanse!
Y grita:
-¡Eh , ustedes , Demonios, Diablos, aqui estamos! ¡Salgan!
¡Aqui estamos para vencerlos, Genios!
El Faisa con su pico, el Perro con los dientes, el Mono con las
uñas y Momotaro con los brazos luchar duramente.
Los Genios y Demonios, al verse perdidos, se lamentan y
dicen:
¡Nos rendimos! ¡Nos rendimos!
Sabemos que hemos sido muy malos, nunca mas volveremos a serlo. Les
devolveremos el tesoro y todas las riquizas.
Sobre una carreta cargan todo el tesoro y todo lo que habia
en poder de los Genios. El Perro tira de ella, el Mono empuja por detras y el
Faisan les indica el camino.
Y Momotaro, sentado encima,entra en su pueblo donde todos le
aclamaban como vencedor.
Momotaro --> "Momo" significa melocotón y
"Taro" varón
"Kintaro"
Hace mucho, mucho tiempo, en algun lugar nacio un niño
llamado Kintaro.
Kintaro crecio muy fuerte y robusto y nadie podia rivalizar
con el.
El siempre andaba con unos animales de montaña. Ellos eran
sus amigos y con ellos practicaba el sumo todos los dias.
Un dia, Kintaro y sus amigos fueron a la montaña de enfrente
para recoger unas castañas. Alli habian muchos castaños.
De repemte aparecio un oso muy grande que se dirigio a
ellos: -¡Esta montaña es mia!¡Y tambien lo son esas castañas! pero si me vencen
en una batalla se sumo, ¡Se las dare!
Los animales se horripilaron pero Kintaro contesto... ¡Yo
sere tu contrincante! y empezaron a luchar.
Al poco rato, Kintaro con todas sus fuerzas echo al oso al
suelo.
Los animales se alegraron mucho y Kintaro se dirigio al oso:
¡Ahora tu eres nuestro amigo!
El oso contesto ¡Gracias! ¡Que persona mas estupenda eres!
Con el tiempo Kintaro se convirtio en un valiente samurai
llamado "Sakatano Kintoki"
"TSURU NO ONGAESHI"
Hace mucho, mucho tiempo, en algún lugar vivía una pareja de
ancianos muy pobre.
Un día el anciano oyó el grito de una grulla que había caído
en una trampa.
El anciano se compadeció al verla y decidió soltarla.
Esa noche le contó a su mujer sobre lo ocurrido y ella le
dijo: "Hiciste bien. Yo también estoy contenta", y los dos se
pusieron alegres.
En ese momento, alguien llamó a la puerta: "toc
toc...", el anciano salió y encontró a una chica muy bonita que dijo:
"Me desorienté en el camino, ¿Podría quedarme en su casa esta
noche?".
Los ancianos que eran muy amables no dudaron en invitarla a
dormir.
Esa noche los tres conversaron y ella les contó que no tenía
casa a donde ir ni familia con quien estar. Los ancianos le propusieron:
"¡Queremos que seas nuestra hija!"
Ella se puso muy contenta. Al rato los tres se fueron a
descansar.
Al día siguiente, la chica se levantó muy temprano para
preparar el desayuno, pero no había ni arroz ni "miso"
En ese momento, la chica divisó un telar en una habitación
contigua y en unos instantes se empezó a oir el sonido del telar mecánico.
Cuando los ancianos se despertaron, la chica les entregó una
pieza de tela bellísima diciéndoles: "vendan esta tela y compren lo
necesario para vivir". Ellos se sorprendieron y estuvieron muy contentos.
El anciano recibió mucho dinero a cambio de la pieza de
tela, ya que ésta era muy bonita, y compró lo necesario para vivir además de un
peine muy bonito para la chica.
Esa noche los tres estaban muy contentos y se quedaron
conversando hasta muy tarde. En eso el abuelo dijo: "Ya vamos a
dormir", pero la chica contestó: "Yo voy a continuar trabajando un
poco más". Los ancianos se sorprendieron y le dijeron: "¡No! hoy ya
no trabajes! es mejor que descanses". La chica contestó: "Quiero
hacer más piezas de tela para ustedes pero quisiera pedirles un favor, no
entren a la habitación cuando esté trabajando.". El anciano preguntó
sorprendido: "¿Cómo? ¿No podemos verte trabajar?". La chica contestó:
"No, por favor, quiero que me prometan que no lo harán."
Los ancianos no entendían la razón por la cual la chica les
pedía eso pero asintieron con la cabeza.
La chica tejía cada noche una pieza de tela que se vendían
como "pan caliente", pero cada día se ponía más delgada y no tenía
ánimo.
El anciano le decía: "¡Tienes que descansar, no
trabajes demasiado!", pero la chica respondía: "Voy a seguir
trabajando sólo un poco más" y entraba en la habitación.
Los ancianos no podían dormir pensando en la salud de la
chica.
Una noche, el anciano no pudo contenerse y dijo: "Voy a
verla", la anciana replicó: "Tenemos que cumplir con nuestra
promesa". El anciano, haciendo caso omiso a su mujer, se dirigió a la
habitación en donde se encontraba trabajando la chica. Miró a través de la
puerta que estaba entreabierta y para su sorpresa divisó a una grulla
trabajando en el lugar. La grulla utilizaba su pico para quitarse plumas, las
cuales las utilizaba para decorar las hermosas piezas de tela que hacía. Esta
advirtió que estaba siendo observada y se disfrazó nuevamente de mujer.
La chica abrió la puerta y se dirigió al anciano: "Yo
soy aquella grulla que salvó de la trampa. Por salvarme la vida quise
devolverle el favor y para ello se me dio la oportunidad de convertirme en un
ser humano por una sola vez y venir aquí, pero ya no puedo permanecer aquí con
ustedes. Deseaba convertirme en su hija para siempre".
La chica volvió a tomar su apariencia original de grulla y
levantó vuelo. El anciano al verla volar pensó: "Perdóname. ¡No nos
olvides!" y le lanzó el peine que le había regalado a la
"chica". La grulla lo cogió y se fue volando.
Los Doce Signos del Horóscopo Oriental.
Hace mucho, mucho tiempo, vivía un dios en el fondo de una
montaña.
Un 30 de diciembre, dicho dios envió unas cartas a todos los
animales del país.
Estos la recibieron al día siguiente.
La carta decía: "El primero de enero por la mañana,
quiero que vengan aquí, y según el orden en que lleguen, del primero al décimo
segundo, designaré su jerarquía entre todos los animales, correspondiéndole a
cada uno un año".
Los animales estaban muy animados con la carrera. Todos
pensaban:"¡De todas maneras seré el jefe!", pero un sólo animal, el
gato perezoso, no leyó la carta, sino que la rata le "informó" sobre
el asunto.
Pero la rata traviesa, en lugar de dicirle al gato que el
primero de enero deberían de llegar al lugar designado, le mintió diciéndole
que la fecha de llegada era el segundo día de enero.
El gato le agradeció por la información.
Todos los animales decían: "Mañana tengo que levantarme
muy temprano, por eso ya me voy a dormir".
Así lo hicieron todos, excepto el toro que dijo: "Yo ya
voy a salir porque soy lento caminando".
La rata que estaba viendo eso, trepó al lomo del toro y
dijo: "¡está muy cómodo aquí!"
El toro sin darse cuenta, siguió caminando.
El resto salió a la mañana siguiente.
Todos se dirigieron corriendo a la casa del dios.
A la salida del sol del nuevo año, apareció primero el toro
en el lugar fijado. ¡No, no fue el toro, fue la rata!
Esta saltó a tierra desde el lomo del toro y
dijo,"¡Dios! ¡Felíz Año Nuevo!"
El toro se sintió humillado.
Los otros animales llegaron sucesivamente.
El dios les dió la bienvenida y anunció: "El primer
lugar es para la rata, le siguen el toro, el tigre, la liebre, el dragón, la
serpiente, el caballo, la oveja, el mono, el gallo, el perro y por último, el
jabalí".
Así empezó la fiesta de los animales elegidos. En ese
momento apareció corriendo el gato, muy furioso y dijo: "¡Conque me has
engañado!", refiriéndose a la rata.
Esta huyó en cuanto vió al gato, quien no pudo contener su
cólera porque no pudo ser elegido. Por eso todavía el gato sigue persiguiendo a
la rata.
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