La cascada de Sake
Hace mucho, mucho tiempo, vivía un anciano con su hijo en el
fondo de una montaña.
El hijo, a pesar de ser pequeño, trabajaba en lugar de su
anciano padre por que éste se encontraba enfermo.
Era muy cariñoso y se preocupaba por recoger plantas
medicinales para su papá.
Un día el hijo dijo a su padre: "Hoy voy a ir a una
lejana montaña para recoger leña" y éste le dijo: "Perdona
la molestia. Pero cuidate mucho y no trabajes tanto."
El hijo contestó: "Sí. No te preocupes." y salió a
la montaña.
Pero en el camino el pequeño se extravió en la niebla,
cayendo al fondo de un valle.
En la caida se lastimó una pierna pero se encontraba bien,
sólo se sentía muy cansado porque había caminando mucho tiempo.
En ese lugar había una cascada. El notó algo especial en
ella: "Esta agua tiene buen olor. Voy a tomar un poco." Y así lo
hizo.
El se sorprendió mucho al sentir que su cuerpo se calentaba
a medida que bebía el agua de aquella cascada y recobró el ánimo.
El pequeño exclamó: "¡Voy a llevar a papá un poco de
esta agua!", y sacó su cantimplora y la llenó, emprendiendo luego el
camino de regreso.
Al llegar le dijo al anciano: "¡Papá, toma esta
agua!"
El anciano dijo: "¿Agua?" y se la tomó.
Al beberla se sorprendió mucho y dijo: "¡No, ésto no es
agua! ¡Es Sake!"
El hijo preguntó al anciano: "¿De veras? ¿Aquella
cascada era toda de Sake?"
El anciano contestó al hijo: "Sí. Parece un sueño pero
es verdad."
Gracias a que el hijo era muy bueno y obediente sucedió el
milagro de la cascada y su padre se pudo curar pronto de su enfermedad y ambos
vivieron felices para siempre.
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