martes, 19 de mayo de 2015


"El monstruo de la montaña" 

https://www.youtube.com/watch?v=ZKsTg7QBaIk


Había una vez en el antiguo Japón, un viejo samurái, ya retirado, que se dedicaba a enseñar el arte de la meditación a sus jóvenes alumnos. A pesar de su avanzada edad, corría la leyenda que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierto día apareció por allí un guerrero con fama de ser el mejor en su género. Era conocido por su total falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la provocación. Este guerrero esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y después con una inteligencia privilegiada para captar los errores del contrario atacaba con una velocidad fulminante. Nunca había perdido un combate.
Sabiendo de la fama del viejo samurái, estaba allí para derrotarlo y así aumentar su fama de invencible. El viejo aceptó el reto y se vieron en la plaza pública con todos los alumnos y gentes del lugar. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, tiró piedras en su dirección, le ofendió con todo tipo de desprecios a él, sus familiares y antepasados. Durante varias horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo maestro permaneció impasible. Al final de la tarde, exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró.
Los discípulos corrieron hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado tanta indignidad de manera cobarde sin sacar su espada, asumiendo el riesgo de ser vencido.
Si alguien te hace un regalo y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo? -preguntó el samurái.
A quién intentó entregarlo -respondió un discípulo.

Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia -dijo el maestro-, cuando no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.


Kikimimizukin


Hace mucho, mucho tiempo, vivía un anciano en el fondo de una montaña.

Este iba todos los días a la montaña para recoger leña.

Un dia, camino a casa, se encontró con un zorrillo, el cual quería recoger uvas pero no podía porque tenía paralizada una pierna.

El anciano al verlo, le ayudó a recoger las uvas.

El zorrillo le agradeció.

Al día siguiente, el zorrillo que estaba esperando al anciano en el camino, al verlo lo llamó haciéndole señas con la mano.

Al acercarse, el anciano pudo ver también a la madre del zorrillo. Esta le regaló una caperuza roja por el favor que le había hecho a su hijo.

El anciano agradeció el gesto y regresó a casa.

Al día siguiente, en la montaña, se puso la caperuza que le había regalado la mamá zorrilla y se sorprendió mucho al darse cuenta que podía escuchar las conversaciones de los animales y plantas que se encontraban a su alrededor.

Se alegró porque hasta ese momento se había sentido muy sólo, pero escuchando las conversaciones de animales y plantas se sentía acompañado.

En eso logró escuchar la conversación de dos pájaros:

"Sabes, la hija de aquél millonario se encuentra muy enferma y él está muy desesperado".

"¿Por qué? ¿Qué tiene?"

"La culpa la tiene un árbol de su jardín"

El anciano al escuchar éso decidió ir a la casa del millonario.

"Quiero salvar a su hija", dijo el anciano al millonario. "¿Puedo quedarme esta noche en su casa?

El millonario contestó: "¡Por supuesto. Por favor!"

Esa misma noche el anciano salió al jardín con la caperuza puesta y en eso empezó a escuchar a unos árboles que estaban conversando.

"Me duele la cadera."

"¿Por qué?"

"Porque el millonario ha levantado un nuevo almacén, justo al lado mío. Por eso lo estoy poniendo en apuros."

Al día siguiente el anciano convenció al millonario para que cambie de lugar el nuevo almacén.

Este decidió cambiarlo inmediatamente a otro lugar.

Su hija recobró la salud en un segundo y el árbol también recobró el ánimo.

El millonario se puso muy contento y le regaló mucho dinero al anciano por el favor que le había hecho en curar a su hija.

El anciano pensó: "Este dinero se lo debo en parte a los zorrillos. Voy a comprarles comida antes de regresar."


Y el anciano vivió feliz para siempre.


Momotaro*


Una vez, hace mucho tiempo . en un pueblocito de la montaña, un hombre muy viejo y una mujer muy vieja vivian en una solitaria cabaña de leñador.

Un dia que habia salido el sol y el cielo estaba azul, el viejo fue en busca de leña y la anciana fue a lavar al arroyo estrecho y claro, que corre por las colinas...

¿Y que es lo que vieron?
Flotando sobre el agua y solo por la corriente, un gran melocoton. La mujer exclamo:

-¡Anciano , abre con tu cuchillo ese melocoton!

¡Que sorpresa! ¿Que es lo que vieron? Dentro estaba Momotaro, un hermoso niño. Se llevaron a casa a Momotaro, que crecio muy fuerte. Siempre estaba corriendo, saltando y peleandose para divertirse y cada vez crecia mas y se hacia mas corpulento que los otros niños del pueblo.

En el pueblo todos se lamentaban.

-¿Quien nos salvara de los Demonios y de los Genios y de los terribles Monstruos!

-Yo sere quien los venza, dijo Momotaro-. Yo ire a la isla de los Genios y los vencere.

-¡Danle una armadura! Dijeron todos. Y dejenlo ir.

Con un estandarte enarbolado va Momotaro a la isla de los Genios. Va provisto de comida para mantener su fortaleza.

Por el camino se encuentra con un perro que le dice:

¡Guau, Guau, Guau! ¡A donde te diriges? ¿Me dejas ir contigo? si me das comida, yo te ayudare a vercer los Demonios.

¡Ki, Ki , Kia, Kia! - Dice el Mono. ¡Momotaro , eh , Momotaro, dame comida y dejame ir contigo! ¡Les daremos su merecido!

¡Kian, Kian!- Dijo el Faisan. ¡Dame comido e ire con vosotros a la isla de los Genios y los Demonios para vencerlos!

Momotaro, con el Perro, el Mono y el Faisan, se hace a la vela para ir al encuentro de los Genios y derrotarlos. Pero la isla de los Demonios esta muy lejos y el mar, embravecido.

El Mono desde el mastil grita:

-¡Adelante, a toda marcha!

-¡Guau,Guau,Guau!-se oye desde la popa.

Y en el cielo se oye:

-¡Kian, Kian!

Nuestro capitan no es otro que nuestro valiente Momotaro. Desde lo alto del cielo el Faisan espia la isla y avisa:

-¡El guardian se ha dormido! ¡Adelante!

-!Mono, salta la muralla! !Vamos, preparanse!

Y grita:

-¡Eh , ustedes , Demonios, Diablos, aqui estamos! ¡Salgan! ¡Aqui estamos para vencerlos, Genios!

El Faisa con su pico, el Perro con los dientes, el Mono con las uñas y Momotaro con los brazos luchar duramente.

Los Genios y Demonios, al verse perdidos, se lamentan y dicen:

¡Nos rendimos! ¡Nos rendimos! Sabemos que hemos sido muy malos, nunca mas volveremos a serlo. Les devolveremos el tesoro y todas las riquizas.

Sobre una carreta cargan todo el tesoro y todo lo que habia en poder de los Genios. El Perro tira de ella, el Mono empuja por detras y el Faisan les indica el camino.


Y Momotaro, sentado encima,entra en su pueblo donde todos le aclamaban como vencedor.


Momotaro --> "Momo" significa melocotón y "Taro" varón


"Kintaro"


Hace mucho, mucho tiempo, en algun lugar nacio un niño llamado Kintaro.

Kintaro crecio muy fuerte y robusto y nadie podia rivalizar con el.

El siempre andaba con unos animales de montaña. Ellos eran sus amigos y con ellos practicaba el sumo todos los dias.

Un dia, Kintaro y sus amigos fueron a la montaña de enfrente para recoger unas castañas. Alli habian muchos castaños.

De repemte aparecio un oso muy grande que se dirigio a ellos: -¡Esta montaña es mia!¡Y tambien lo son esas castañas! pero si me vencen en una batalla se sumo, ¡Se las dare!

Los animales se horripilaron pero Kintaro contesto... ¡Yo sere tu contrincante! y empezaron a luchar.

Al poco rato, Kintaro con todas sus fuerzas echo al oso al suelo.

Los animales se alegraron mucho y Kintaro se dirigio al oso: ¡Ahora tu eres nuestro amigo!

El oso contesto ¡Gracias! ¡Que persona mas estupenda eres!


Con el tiempo Kintaro se convirtio en un valiente samurai llamado "Sakatano Kintoki"


"TSURU NO ONGAESHI"


Hace mucho, mucho tiempo, en algún lugar vivía una pareja de ancianos muy pobre.

Un día el anciano oyó el grito de una grulla que había caído en una trampa.

El anciano se compadeció al verla y decidió soltarla.

Esa noche le contó a su mujer sobre lo ocurrido y ella le dijo: "Hiciste bien. Yo también estoy contenta", y los dos se pusieron alegres.

En ese momento, alguien llamó a la puerta: "toc toc...", el anciano salió y encontró a una chica muy bonita que dijo: "Me desorienté en el camino, ¿Podría quedarme en su casa esta noche?".

Los ancianos que eran muy amables no dudaron en invitarla a dormir.

Esa noche los tres conversaron y ella les contó que no tenía casa a donde ir ni familia con quien estar. Los ancianos le propusieron: "¡Queremos que seas nuestra hija!"

Ella se puso muy contenta. Al rato los tres se fueron a descansar.

Al día siguiente, la chica se levantó muy temprano para preparar el desayuno, pero no había ni arroz ni "miso"

En ese momento, la chica divisó un telar en una habitación contigua y en unos instantes se empezó a oir el sonido del telar mecánico.

Cuando los ancianos se despertaron, la chica les entregó una pieza de tela bellísima diciéndoles: "vendan esta tela y compren lo necesario para vivir". Ellos se sorprendieron y estuvieron muy contentos.

El anciano recibió mucho dinero a cambio de la pieza de tela, ya que ésta era muy bonita, y compró lo necesario para vivir además de un peine muy bonito para la chica.

Esa noche los tres estaban muy contentos y se quedaron conversando hasta muy tarde. En eso el abuelo dijo: "Ya vamos a dormir", pero la chica contestó: "Yo voy a continuar trabajando un poco más". Los ancianos se sorprendieron y le dijeron: "¡No! hoy ya no trabajes! es mejor que descanses". La chica contestó: "Quiero hacer más piezas de tela para ustedes pero quisiera pedirles un favor, no entren a la habitación cuando esté trabajando.". El anciano preguntó sorprendido: "¿Cómo? ¿No podemos verte trabajar?". La chica contestó: "No, por favor, quiero que me prometan que no lo harán."

Los ancianos no entendían la razón por la cual la chica les pedía eso pero asintieron con la cabeza.

La chica tejía cada noche una pieza de tela que se vendían como "pan caliente", pero cada día se ponía más delgada y no tenía ánimo.

El anciano le decía: "¡Tienes que descansar, no trabajes demasiado!", pero la chica respondía: "Voy a seguir trabajando sólo un poco más" y entraba en la habitación.

Los ancianos no podían dormir pensando en la salud de la chica.

Una noche, el anciano no pudo contenerse y dijo: "Voy a verla", la anciana replicó: "Tenemos que cumplir con nuestra promesa". El anciano, haciendo caso omiso a su mujer, se dirigió a la habitación en donde se encontraba trabajando la chica. Miró a través de la puerta que estaba entreabierta y para su sorpresa divisó a una grulla trabajando en el lugar. La grulla utilizaba su pico para quitarse plumas, las cuales las utilizaba para decorar las hermosas piezas de tela que hacía. Esta advirtió que estaba siendo observada y se disfrazó nuevamente de mujer.

La chica abrió la puerta y se dirigió al anciano: "Yo soy aquella grulla que salvó de la trampa. Por salvarme la vida quise devolverle el favor y para ello se me dio la oportunidad de convertirme en un ser humano por una sola vez y venir aquí, pero ya no puedo permanecer aquí con ustedes. Deseaba convertirme en su hija para siempre".


La chica volvió a tomar su apariencia original de grulla y levantó vuelo. El anciano al verla volar pensó: "Perdóname. ¡No nos olvides!" y le lanzó el peine que le había regalado a la "chica". La grulla lo cogió y se fue volando.


Los Doce Signos del Horóscopo Oriental.


Hace mucho, mucho tiempo, vivía un dios en el fondo de una montaña.

Un 30 de diciembre, dicho dios envió unas cartas a todos los animales del país.

Estos la recibieron al día siguiente.

La carta decía: "El primero de enero por la mañana, quiero que vengan aquí, y según el orden en que lleguen, del primero al décimo segundo, designaré su jerarquía entre todos los animales, correspondiéndole a cada uno un año".

Los animales estaban muy animados con la carrera. Todos pensaban:"¡De todas maneras seré el jefe!", pero un sólo animal, el gato perezoso, no leyó la carta, sino que la rata le "informó" sobre el asunto.

Pero la rata traviesa, en lugar de dicirle al gato que el primero de enero deberían de llegar al lugar designado, le mintió diciéndole que la fecha de llegada era el segundo día de enero.

El gato le agradeció por la información.

Todos los animales decían: "Mañana tengo que levantarme muy temprano, por eso ya me voy a dormir".

Así lo hicieron todos, excepto el toro que dijo: "Yo ya voy a salir porque soy lento caminando".

La rata que estaba viendo eso, trepó al lomo del toro y dijo: "¡está muy cómodo aquí!"

El toro sin darse cuenta, siguió caminando.

El resto salió a la mañana siguiente.

Todos se dirigieron corriendo a la casa del dios.

A la salida del sol del nuevo año, apareció primero el toro en el lugar fijado. ¡No, no fue el toro, fue la rata!

Esta saltó a tierra desde el lomo del toro y dijo,"¡Dios! ¡Felíz Año Nuevo!"

El toro se sintió humillado.

Los otros animales llegaron sucesivamente.

El dios les dió la bienvenida y anunció: "El primer lugar es para la rata, le siguen el toro, el tigre, la liebre, el dragón, la serpiente, el caballo, la oveja, el mono, el gallo, el perro y por último, el jabalí".

Así empezó la fiesta de los animales elegidos. En ese momento apareció corriendo el gato, muy furioso y dijo: "¡Conque me has engañado!", refiriéndose a la rata.


Esta huyó en cuanto vió al gato, quien no pudo contener su cólera porque no pudo ser elegido. Por eso todavía el gato sigue persiguiendo a la rata.



Kobutori Jiisan


Hace mucho, mucho tiempo, vivía un anciano en un pueblo.

El nació con un chichón en la mejilla del cual no se preocupaba para nada.

Era muy optimista.

En el mismo pueblo vivía otro anciano que también tenía un chichón en la mejilla, pero éste siempre paraba enfadado porque se acomplejaba de su defecto.

Un día el anciano optimista fue a cortar leña al bosque, pasado un momento empezó a llover y decidió descansar un poco. Durmió profundamente pero se despertó al oir un ruido extraño en plena noche.

Se sorprendió mucho al ver a unos demonios celebrando una fiesta muy cerca de ahí.

Estaban armando un gran alboroto cantando, bebiendo y bailando.

El anciano al comienzo tenía mucho miedo por lo que decidió seguir viendo a escondidas, pero no pudo contener sus ganas de bailar pues le parecía muy agradable todo aquello.

Los demonios se sorprendieron al verlo pero continuaron bailando porque su danza era muy interesante.

Pasaron un rato agradable hasta que cantó el primer gallo.

El jefe de los demonios dijo: "Ya tenemos que volver a casa. Me gusta mucho tu danza por eso esta noche también ven. Voy a tomar tu chichón y si vienes esta noche te lo devolveré."

El anciano se quedó sin su chichón, ¡ni rastros de el!. Los demonios pensaban que al anciano le gustaba su chichón y por ello regresaría, pero en realidad éste estaba muy contento sin él.

Cuando el anciano regresó al pueblo contó todo lo sucedido al otro anciano.

Este último lo veía con una mirada de envidia y dijo: "¡Voy a ir esta noche!"

Esa noche empezó nuevamente la fiesta.

Este anciano, por ser una persona sombría, no se encontraba a gusto y no pudo bailar, en realidad detestaba el baile.

Al verlo, poco a poco los demonios empezaban a disgustarse.

El jefe de los demonios le dijo: "¡Te voy a devolver tu chichón y vete inmediatamente!"


De esta manera, este anciano se quedó para siempre con los dos chichones por ser estrecho de espíritu y de corazón.



La cascada de Sake


Hace mucho, mucho tiempo, vivía un anciano con su hijo en el fondo de una montaña.

El hijo, a pesar de ser pequeño, trabajaba en lugar de su anciano padre por que éste se encontraba enfermo.

Era muy cariñoso y se preocupaba por recoger plantas medicinales para su papá.

Un día el hijo dijo a su padre: "Hoy voy a ir a una lejana montaña para recoger le&ntildea" y éste le dijo: "Perdona la molestia. Pero cuidate mucho y no trabajes tanto."

El hijo contestó: "Sí. No te preocupes." y salió a la montaña.

Pero en el camino el pequeño se extravió en la niebla, cayendo al fondo de un valle.

En la caida se lastimó una pierna pero se encontraba bien, sólo se sentía muy cansado porque había caminando mucho tiempo.

En ese lugar había una cascada. El notó algo especial en ella: "Esta agua tiene buen olor. Voy a tomar un poco." Y así lo hizo.

El se sorprendió mucho al sentir que su cuerpo se calentaba a medida que bebía el agua de aquella cascada y recobró el ánimo.

El pequeño exclamó: "¡Voy a llevar a papá un poco de esta agua!", y sacó su cantimplora y la llenó, emprendiendo luego el camino de regreso.

Al llegar le dijo al anciano: "¡Papá, toma esta agua!"

El anciano dijo: "¿Agua?" y se la tomó.

Al beberla se sorprendió mucho y dijo: "¡No, ésto no es agua! ¡Es Sake!"

El hijo preguntó al anciano: "¿De veras? ¿Aquella cascada era toda de Sake?"

El anciano contestó al hijo: "Sí. Parece un sueño pero es verdad."


Gracias a que el hijo era muy bueno y obediente sucedió el milagro de la cascada y su padre se pudo curar pronto de su enfermedad y ambos vivieron felices para siempre.


"La niñera fantasma"


Hace mucho, mucho tiempo, en un pueblo había una tienda de caramelos.

Muy tarde, en una noche de verano se acercó a la tienda una mujer y dijo al vendedor: "Por favor déme caramelos".

El rostro de la mujer era desconocido para el vendedor quien no la había visto antes en el pueblo.

A partir de entonces, la mujer venía todas las noches a una hora muy avanzada.

Un día vino un amigo del vendedor quien vivía en un pueblo vecino. Se quedaron conversando hasta altas horas de la noche.

En ese momento, como siempre, vino la mujer. El amigo al verla se sorprendió y empezó a temblar.

Después de que la mujer se retiró, el vendedor le preguntó a su amigo: "¿Qué te pasó?"

Este contestó: "Ella es la esposa de Matsukichi que vive en mi pueblo. Pero ella murió un mes antes....."

El vendedor se sorprendió mucho y exclamó: "¿Es ella un fantasma? ¿Por qué compra caramelos? ¡Vamos a seguirla!", y así lo hicieron.

Ella se dirigía al pueblo vecino y al llegar desapareció en un cementerio.

Ellos al ver eso, contaron lo que habían visto al superior de un templo budista.

Este les dijo: ¿De veras? ¡Vamos a ver!" y entraron al cementerio.

Ellos se sorprendieron mucho al ver a un bebé llorando al frente de una tumba. El bebé había sido abandonado.

El superior les dijo: "¡Miren, esta tumba pertenece a la esposa de Matsukichi! Ella ha estado cuidando a este bebé con caramelos. Ella era muy afectuosa, por eso quería salvar la vida a este bebé."

El vendedor dijo: "¡Ah! En este pueblo todos conocían a la señora Matsukishi, es por eso que iba a mi tienda a comprar."

El superior se dirigió a ella: "Voy a criar a este bebé por eso ya no te preocupes."

Desde entonces nadie la volvió a ver.